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Viendo “La aventura”de Michelangelo Antonioni

Ver una película de Antonioni se ha convertido en una actividad de riesgo para mí. No las entiendo; por momentos me aburren, pero siempre encuentro alguna escena, plano o diálogo sublime. 


“La aventura” me ha dejado noqueado. Lo que parecía un thriller, un grupo de amigos va a un islote y una de las chicas desaparece, no es otra cosa que un retrato de una sociedad superficial y abúlica. Pero dicho retrato se construye colocando en el escenario a unos personajes que tienen un pavo que te dan ganas de quitárselo a sartenazos.
Anna, hija de un diplomático, y su novio, junto con una amiga llamada Claudia (interpretada por la fantástica Monica Vitti) se van a un  islote con un grupo de amigos. Anna discute con su pareja; por lo visto, quiere dejarlo. Justo al terminar la pelea, la joven desaparece y, entonces, tanto el novio como Claudia empiezan a buscarla. No lleva nada desaparecida cuando el novio le tira los tejos a Claudia, y termina iniciando algo parecido a una relación fugaz, intensa y más rara que un perro verde. Tampoco sabemos si estaban liados desde antes, aunque se da a entender. 


Hasta ese momento, interesante. La verdad es que la búsqueda por la isla te llena de tensión. También son importantes algunos detalles antes y después de que le perdamos el rastro a Anna.  Primero, ella se baña en el mar y grita desesperada porque cree ver un tiburón. Luego, cuando ya desaparece, un testigo dice que ha visto una barcaza alejarse del islote.  Pero desde que se van todos de la isla, es difícil  entender lo que ocurre. Ahí es cuando me perdí.
Tras salir de la isla, el novio lee en un periódico una noticia sobre la desaparición. Se traslada a una ciudad para hablar con el autor de la misma . Justo al llegar, una famosa - que no sabemos bien a lo que se dedica- se ve rodeada de decenas de hombres ávidos por acercarse a ella como hienas. Entre la marabunta, el periodista le dice al prometido que mucha gente ha visto a la joven Anna y le da algunas pistas.
Los planos de Claudia acercándose a las ventanas, la luz, la forma en la que se relacionan los personajes… Es como si de un sueño se tratara.  El aburrimiento y la necesidad de escapar también determinan, en cierta manera, a estos  individuos que parecen no trabajar o no querer hacerlo.
Como curiosidad, según el libro “1001 películas que hay que ver antes de morir”, justo al terminar el pase en Cannes, el público empezó a abuchear. Una de las críticas que se le hace a la película es que, al final, no se sabe qué pasó con Anna. 

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