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Mostrando entradas de julio, 2010

TRES ROSAS AMARILLAS

Siempre es bueno leer relatos cortos, sin menospreciar las voluminosas obras maestras que pueblan la historia de la literatura. La intensidad de lo breve te deja ese buen sabor de boca y, evidentemente, da que pensar. Los relatos que quiero destacar hoy son del escritor estadounidense Raymond Carver (1939-1988), reunidos bajo el título “Tres rosas amarillas”. Esbozados en seis relatos fantásticos, nos habla de la otra América: la del paro, la marginación y los problemas familiares. De estos seis destaco “El elefante” y el último que le da título al libro, “Tres rosas amarillas”. En “El elefante”, un hombre ya entrado en años se ve obligado a prestarle dinero a su hermano, a su hija, a su hijo, a su madre y a su ex mujer, entrando en una dinámica kamikace sin atisbo de mejorar. Muy recomendable leerlo. En “Tres rosas amarillas”, Carver recrea los últimos días de uno de mis escritores de culto: Chéjov. Llegando a ser conmovedor y desgarrador, te imaginas como pudieron ser los últimos d

PESIMISMO PARA VIVIR

Me encontré con el pensamiento del ensayista rumano E.M. Cioran (1911-1995) por casualidad. Un amigo de la facultad, en esos años de universidad que traigo a colación de vez en cuando en este blog, portaba un pequeño volumen entre sus manos adquirido en la feria del libro viejo y de ocasión que se celebraba por entonces. El título rezaba así: “Adiós a la filosofía” y el autor era el citado Cioran. Empecé a leerlo en el bar en el que estábamos y me interesó la forma en la que estaba escrito: pequeños aforismos que hablaban sobre la muerte, la religión, la literatura y muchas cosas más. Se lo pedí prestado y seguimos charlando sobre el devenir de nuestras vidas estudiantiles. Al marcharme, a medio camino, me di cuenta de que había olvidado el libro. Al llegar al bar lo pude recuperar, contento de no perder un objeto prestado y, además, de gran valor, (no económico, pues me habían educado en que los libros pueden ser los objetos más valiosos de una casa). Cuando se lo conté a mi amigo me

JUNTACADÁVERES

¿Cómo encontramos libros? ¿Por reseñas, por recomendaciones de amigos, por leer entrevistas al escritor…? Hay muchas maneras, pero las recomendaciones de gente conocida de la cual nos fiamos, ya sea por su capacidad de discernimiento, por su cultura o, simplemente, porque nos fiamos y punto, siempre son para mí las más interesantes. Hace unos años, realizando prácticas de empresa, tuve la suerte de conocer al escritor, periodista y poeta, Juan Gaitán. Más suerte tuve de charlar con él de libros, conociendo a innumerables escritores por mí desconocidos (tenía 22 años y muchas lagunas culturales). Uno de los autores de los que más me hablaba era Juan Carlos Onetti (1909-1994). “Tienes que leer a Onetti, veo que lo estás necesitando”, me comentaba por escrito no hace mucho. Así que me embarqué en la gran obra “Juntacadáveres” y ha merecido la pena. Juntacadáveres, de nombre Larsen, se presenta con tres prostitutas en el ocaso de sus vidas -decadentes, estropeadas-, con la intención de mo

AQUELLOS HÉROES MITOLÓGICOS

He tenido la suerte de poder ver dos obras en el teatro romano de Mérida. Estos antiguos romanos sabían lo que hacían; es un espacio exquisito que supone al menos el 70% de lo que vas a ver. La obra puede ser mala, pero no lo será tanto una vez te sientas en el banco de piedra, de noche, con restos de lo que fue una gran civilización bajo tus pies. La obra en cuestión fue “La Ilíada”, basada en un libro de Alessandro Baricco que, evidentemente, toma como referencia la obra maestra de Homero. En el escenario, tan sólo cinco mujeres relatando la batalla de Aqueos contra Troyanos, el derramamiento de sangre, la honestidad de Héctor, la venganza de Aquiles, la cobardía de Paris, el rapto de Helena, la ambición de Agamenón, la dureza de las batallas, la sangre y las vísceras ensartadas por espadas; un relato que todavía estremece. Héroes de otra época y dioses inmisericordes, incestuosos e irascibles. Un mundo, el de la mitología griega, lleno de furia y belleza. Cuando la obra terminó y

"Whatchmen" de Alan Moore.

Ahora con la crisis uno se acuerda de los Superhéroes. ¿Podrían Superman, Batman, Spiderman y la patrulla X, por poner unos ejemplos, sacarnos de ésta? Si los superhéroes surgen para alimentar la necesidad de que alguien llegue del cielo y nos solucione los problemas, deberíamos preguntarnos si ese alguien no terminaría estresado, agobiado o, simplemente, no abarcaría tanto. Sobre estas cuestiones trata el magnífico cómic del guionista británico A lan Moore, “Watchmen” . Los vigilantes se convierten en un arma al servicio del poder, pero se plantean una serie de conceptos fundamentales. Por un lado, tenemos el telón de fondo de la guerra fría contra la URSS y el posible desastre nuclear navegando, con las agujas del reloj del juicio final acercándose, rápidamente, al holocausto. Por otro, tenemos a un grupo de héroes demasiado humanos, alcohólicos, traumatizados infantiles, violadores, filonazis, ricachones, impotentes… con conflictos propios de la vida normal y con el auge y el oc

VENENOS Y MEDICINAS

La historia de la humanidad está llena de luchas, sangre, conflictos de poder, tratados comerciales, venganzas, religiones… y un largo etcétera. Pero, además, está llena de la necesidad de alterar los estados de conciencia, de salirse del cuerpo en pos de una trascendencia espiritual, por un lado, o de explotar todos los recursos del mundo terrenal aumentando la energía, por el otro. A estas dos variables añadiríamos el combate contra la enfermedad y muerte. ¿Cómo se ha intentado conseguir todo esto? Pues utilizando sustancias conocidas hoy como “drogas”. Seguramente, uno de los más entendidos a nivel mundial sobre el asunto de las “drogas” sea el filósofo español Antonio Escohotado, uno de los intelectuales más interesantes de este país. En su libro “Aprendiendo de las drogas: Usos y abusos, prejuicios y desafíos”, más escueto que su famosa “Historia General de las Drogas” de un volumen bastante considerable, Escohotado repasa la historia de las drogas dividiéndolas en “drogas de Paz

EL ÁRBOL DE LA CIENCIA

Ahora que España ha ganado el mundial, uno se acuerda del pasado de este país, de la época en la que se tenía un imperio y el sol nunca se ponía. Pero, como a todo imperio, le llegó su fin, y la caída fue traumática. El cenit del derrumbe coincide con la fecha simbólica de 1898, cuando se pierden las colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. En torno a esto surge una generación extraordinaria de escritores muy recomendables. Cuando uno lee a la generación del 98 se pregunta en qué hemos evolucionado e involucionado, encontrando en estas reflexiones cierto equilibrio descorazonador. La melancolía, el desasosiego, la misantropía, se pueden ver en Andrés Hurtado, protagonista de “El Árbol de la ciencia”, de nuestro ilustre Pío Baroja (1872-1956). Con tintes autobiográficos, la novela nos retrata la vida de su protagonista: estudiante de Medicina primero, luego médico de pueblo, para terminar como traductor en el ocaso de su vida. En un clima de desasosiego constante, odiando a los ricos

Distopías: leyendo a J.G. Ballard

Siempre que hay una ola de calor y abrimos el grifo nos acordamos de las sequías. Si no hubiera agua, de nada servirían el oro o el petróleo y, menos, el dinero. Andar por la tierra seca, recibir el golpe del aire caliente en los pulmones debería hacernos pensar. Sobre sequía trata el libro del mismo nombre, “La sequía”, del por mí admirado escritor británico J. G. Ballard (1930-2009) . En un mundo futuro, la contaminación ha desarrollado una pequeña película de porquería que, instalada sobre el mar, impide que se evapore el agua y, por extensión, que se formen las nubes que nos traen la lluvia. Con un estilo bastante conseguido e interesante, nos muestra la lucha por sobrevivir en busca de H2O.  De este autor también recomiendo “Rascacielos”, que se centra en la vida en un bloque de pisos ultramoderno que emula una ciudad. Las distintas plantas están habitadas por colegios, oficinas, residencias…, estableciéndose una desigualdad conforme se sube en función de la riqueza de las perso

Leyendo "Libro del desasosiego" de Fernando Pessoa.

La lucidez no es una de las características que abunden más por este mundo. Es difícil escuchar-leer algo con lo que se te remuevan las tripas, se te conmueva el corazón o sientas ese picor detrás de la nuca que avisa cuando algo emociona. Cuando llegó a mis manos el “Libro del desasosiego”, me pilló desprevenido. No conocía apenas a su autor, Fernando Pessoa (1888-1935), ni podía imaginarme lo que leería allí. Pensaba que era un poeta más de esos de los que se hablaba; por entonces, era adolescente y sólo quería leer a rebeldes marginales. Leía sobre borrachos y drogadictos, detectives o locos, pero no podía creer que la vida de Bernardo Soares, un humilde ayudante de tenedor de libros de contabilidad residente en Lisboa, pudiera estremecerme hasta llegar a tener, como él mismo cita en su libro, “ganas de lágrimas”. Poesía y sueños por hacer, escepticismo y soledad. Recomiendo muy vivamente leer “Libro del desasosiego” por muchas razones que, a veces, no se pueden decir con palabr

UN PUEBLO DE ALMAS

Cuando paseo por la calle, y creo que esto ocurrirá a más de uno, observo a la gente con la que me cruzo y me pregunto cómo serán en realidad, si ocultan algún secreto, o algún pecado. Un amigo mío decía que muchas veces se preguntaba, con evidente tono irónico, si todos ellos existían en realidad. Al recordar la reflexión de mi estimado colega, veo representada la gran obra maestra de Juan Rulfo (1917-1986): “Pedro Páramo”. El protagonista, exhortado por su madre justo en el lecho de muerte, se ve abocado a buscar a su padre cuyo nombre da título al relato; para ello, se dirigirá a Comala, el pueblo donde residía. Algo raro pasa, una atmósfera intrigante inunda el pueblo ¿Están vivos los personajes que se encuentra? Durante el desarrollo de la historia queda clara una cosa: todos tenían algún motivo del que avergonzarse, todos tenían algo por lo que pedir expiar sus pecados. Veo gente en la calle, y veo almas danzando por las aceras. Cada una arrastrará su historia, sus pasiones, su