Dos veces he leído “El talento de Mr. Ripley” y dos veces me ha entusiasmado. El argumento es el siguiente: el señor Greenleaf , un importante empresario con bastante dinero, aborda a Tom Ripley, un joven veinteañero, en un bar para pedirle un favor. Debe viajar a Italia y convencer a su hijo, Dickie, de que vuelva a EE UU. Tom, que no sabemos bien a qué se dedica y que huye de no sabemos tampoco qué, acepta. Viaja a Italia y entabla una relación de amistad con Dickie y una amiga de él, una escritora llamada Marge. El joven rico no tiene mucha intención de volver, pretende hacerse pintor y vivir de sus rentas. La relación se va enturbiando entre los tres. Tom tiene cierto interés en que Marge no esté mucho con ellos, pues parece estar enamorada del joven Greenleaf y, poco a poco, consigue embaucar a su nuevo amigo. ¿Se ha enamorado Tom de él? No lo sabemos bien, puesto que Highsmith construye a un Ripley ambiguo, amoral, que no se sabe bien si lo que hace ...