Jim Thompson no deja indiferente. Es como beberte una ginebra sola y sin hielo, sin esa ensalada tropical que adereza la nueva oleada de gin tonics. En cada página eres consciente de que va arder y de que no sabe a fresas y, aun así, te lo bebes. Directo al hígado. No hace mucho tiempo me compré un libro que recogía varias de sus novelas; "1280 almas" es la primera y de ella os quiero hablar hoy.
"1280 almas" trata de un sheriff de poca monta de un pueblo de EEUU. Aunque parezca un inútil integral, además de vago, tiene una capacidad para enredar a la gente y salirse con la mayor de lo que aparenta. Sus diálogos con el resto de personajes, por lo menos al principio de la novela, son los de un atontado inocentón del que se ríe todo el mundo. Pero la evolución del personaje es tremenda.
Nuestro protagonista se encuentra atrapado entre su mujer, que lo odia a muerte y que convive con su hermano, un poco retrasado, y dos amantes. Como las elecciones a sheriff se acercan, la obsesión por ser reelegido es tal que no le quedará más remedio que tomar una serie de determinaciones que lo llevarán a un nivel de falta de escrúpulos nada desdeñable.
Sumergidos en la violencia, el racismo y la corrupción, las 1280 almas del pueblo tienen que convivir con una concatenación de sucesos con un final, al menos, sorprendente.
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