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"Si esto es un hombre" de Primo Levi.

 “Si esto es un hombre” es el primer libro y el más famoso que nos encontramos en la “Trilogía de Auschwitz” de Primo Levi. En él, el autor relata de forma cruda su experiencia en el campo de concentración más conocido de la historia. 

A Primo Levi lo capturaron en 1943. Lo llevaron primero a un campo de concentración italiano y, de ahí, lo trasladaron a Auswitch. Fue metido como ganado, junto con otros presos, en hacinados vagones de tren. Tras varios días de infernal trayecto, llegaron a su destino. Las mujeres, los niños y las personas mayores desaparecieron. A los que se consideraban hombres útiles los reunieron para inspeccionarlos, se hicieron con todas sus pertenencias y los trasladaron al campo de concentración. Al llegar allí, el cartel
 “Arbeit macht frei”, que significa “El trabajo os hará libres”, les dio la bienvenida. Estaban muertos de sed, angustiados y desesperados. 

Primo describe con detalle cómo era el campo de concentración, su organización en pabellones y su distribución. A los judíos les tatuaron un número en el brazo y también se lo cosieron al pecho de la camisa de rayas. Como bien dice la enciclopedia del holocausto, “solo se daba un número de serie a los prisioneros seleccionados para trabajar; a los que eran enviados directamente a las cámaras de gas, no se los registraba ni se los tatuaba”. 

Las calamidades se sumaban: hambre, frío, maltrato, enfermedad… Entre las desgracias había una escala: cuando se iba el frío se acordaban del hambre, cuando comían se veían sucios y así sucesivamente. Solo podían cambiarse de ropa interior tras unos 70 días. La suciedad y el hedor eran insoportables. 

Primo se centra también en la enfermería, a la que tuvo que ir por una lesión en el pie. Aquí se comerciaba con la ropa de los muertos y de los enfermos. También con utensilios útiles como, por ejemplo, las cucharas, que los presos tenían que comprar al entrar en el campo y que entregaban al ser internados en dicha enfermería. La comida era nauseabunda y la variedad era muy escasa. Solo sobrevivían los que rateaban, desobedecían las órdenes sin que los pillaran los guardas y los que  trapicheaban. Supervivencia pura y dura. Si trabajaban como locos para quedar bien con los guardas, al final terminaban exhaustos por el trabajo. Había que intentar escabullirse, trabajar poco para ahorrar fuerzas, tratar de ir a la  enfermería a la primera de cambio o al retrete para alargar el tiempo lo que se pudiera. Pero tampoco se podían lesionar o enfermar de gravedad porque entonces ya no eran útiles. 


¿Cómo es posible que el humano llegara a este nivel de degradación y tortura?

El libro se publicó en 1947, aunque cayó en el olvido hasta 1958. En el apéndice, Primo, que dio muchas charlas en colegios, selecciona una serie de preguntas entre las más repetidas por los alumnos y las responde. Un testimonio indispensable. 



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