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"Adiós a las armas" de Ernest Hemingway.

 Leí muy joven “El viejo y el mar” y no fue, para nada, un libro que me entusiasmara. Aun así, decidí darle una segunda oportunidad a Hemingway y no me he arrepentido. 

En “Adiós a las armas”, un joven americano se alista como voluntario en la Primera Guerra Mundial (el propio escritor hizo eso, ya que fue conductor de ambulancias para la Cruz Roja). Se dedica, dentro del ejército italiano, a la organización de las ambulancias y tiene el grado de teniente. Conoce a una enfermera británica que había perdido a su prometido un tiempo antes e, irremediablemente, surge el amor. 


Nuestro protagonista esboza lúcidos e interesantes diálogos sobre la guerra con varias personas, pero yo destacaría los que mantiene con los mecánicos de las ambulancias, testigos críticos y sin censura de lo que estaba ocurriendo. Uno de ellos lanza una pregunta que se me quedó grabada: "¿Es peor la guerra o ser derrotado?" 

El americano es herido mientras come un trozo de queso. Esta parte está descrita de forma magistral y tremendamente cruda: cae un obús, uno de sus compañeros se queda sin pierna, todo es humo, dolor y sangre. Espeluznante. A él lo trasladan a un hospital, donde es operado de una rodilla. Durante su recuperación se encuentra en Milán y empieza a vivir situaciones absurdas. Hace que le compren constantemente botellas de alcohol (le gusta mucho beber), el médico le dice que se tiene que quedar  seis meses acostado, lo afeita un barbero antipático que lo confunde con un austriaco, no para de beber, enferma de ictericia, sigue bebiendo, se lleva mal con una de las enfermeras… una película.  

 Con solo dieciocho años, Hemingway hizo un comentario sobre estos hechos: «Cuando uno se va a la guerra como joven, tiene una gran ilusión de inmortalidad. Son las otras personas las que mueren, no te ocurre a ti ... Entonces, al estar gravemente herido por primera vez, uno pierde esta ilusión y sabe que le puede pasar a uno mismo». 


La historia de amor continúa, pero también se describen otros aspectos que considero interesantes, como son la camaradería, la traición, las deserciones, el miedo, la muerte y la desesperación, elementos muy presentes en una guerra. 

Al americano lo detiene la policía militar porque lo confunde con un alemán (por lo visto, muchos de ellos se disfrazaban con uniformes italianos y el americano habla italiano con acento, por eso no es de fiar). Consigue despistar a la policía y se lanza a un río para escapar. Una vez ve a su amada -ella está embarazada de él-, vuelven a escapar, esta vez a Suiza. El relato de la huida, que lleva al americano a estar toda la noche remando a oscuras en un lago embravecido, es una de las mejores partes de la novela y eleva a Hemingway al olimpo de mis escritores favoritos.  

El final me parece de los más duros que he leído jamás. Relata el agónico parto de Catherine, cómo la tienen que anestesiar con cloroformo, cómo el americano reza para que todo salga bien… y muchas más cosas. 


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