Si “Adiós a las armas” me pareció fantástico, “Por quién doblan las campanas” es, en mi opinión, superior. Aquí Hemingway es más crudo y sobrio que nunca. Sin contemplaciones, relata una historia que nos corta la respiración.
Estamos en la Guerra Civil española. El joven americano Robert Jordan lleva una bolsa de explosivos y es guiado por el monte por un viejo llamado Anselmo. Su intención es volar un puente bajo las órdenes de un militar soviético que sirve para el ejército republicano.
Durante el trayecto hacia el puente se encuentra a Pablo, un guerrillero que va un poco por libre y que lidera una milicia. Aunque al principio Pablo no quiere que se vuele el puente, irá cambiando de opinión.
Pablo vive con más gente; tienen caballos, provisiones y se refugian en una cueva. Pablo también tiene esposa, una dura mujer a la que nadie le rechista llamada Pilar. Junto con Pilar solo hay otra mujer, María, que se encontraron tirada en el campo, rapada y en muy malas condiciones. Ella confiesa que la detuvieron y le hicieron “cosas”. Ya sabemos todos el infierno al que se refiere.
Mientras Anselmo y Robert inspeccionan el puente, reflexionan sobre la muerte, sobre Dios, sobre matar a seres humanos y sobre el enemigo. ¿Hay que matar al enemigo o hacerle cambiar? Anselmo solo estuvo en una batalla, en Segovia, y tuvo que huir. ¿Serán perdonados cuando acabe la guerra tras matar a tanta gente?, se pregunta el viejo.
El alcohol abunda. Pablo está alcoholizado, es cruel y violento, pero no se deja provocar. Antes, al principio de la guerra, no era así, pero la tragedia que viven lo ha ido transformando. Jordan también bebe mucho para olvidar, para cambiar de ideas, para sobrevivir.
La novela está llena de pasajes sórdidos.Pilar le cuenta a Jordan cómo, justo al empezar la guerra, Pablo y su banda llegan a un pueblo y detienen a los fascistas. Se inician así unas ejecuciones que Pilar relata de forma nítida, sin ambages, con el ansia del que venga humillaciones recibidas. Aquí nos enfrentamos a cómo la guerra, el alcohol, la violencia y el odio degradan a las personas. Robert dice que en su país también existe esa violencia. En esas ejecuciones también hay gente que muestra dudas, arrepentimiento y dolor.
Robert inicia un romance con María, pero este idilio ocupa menos espacio que el que se nos cuenta en “Adiós a las armas”.
Robert inicia un romance con María, pero este idilio ocupa menos espacio que el que se nos cuenta en “Adiós a las armas”.
Me pasaría horas y horas hablando de esta novela. Hay muchos más personajes interesantes y escenas para el recuerdo, pero no quiero desvelar más información. Es mejor que la leáis si no lo habéis hecho ya. En cuanto al estilo,
Ernest combina la narrativa en tercera persona con diálogos y monólogos interiores.
El final es épico y doloroso. No podía ser de otra manera.
Os animo a leer a Hemingway y a pasaros por la Wikipedia para conocer más de su biografía.
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