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“Confesiones de una máscara” de Mishima

 “Confesiones de una máscara” es mi primer encuentro con Mishima. He salido impactado.

El protagonista, llamado Koo-chan, nació en una casa en la que convivían sus abuelos, sus padres y seis criadas. Su abuelo era temerario en los negocios; su abuela, despilfarradora y arrastraba una enfermedad. Ambos serán, en cierta manera, los que cuidarán de él. 


La novela está llena de momentos muy simbólicos y significativos. Por ejemplo, con cinco años se cruzó con un porteador de excrementos y se vio ensimismado por el trabajo y el propio joven. Se sentía atraído por profesiones y personas que veía como muy lejanas. A todo ese mundo al que él no pertenecía, a esas vivencias que atraían sus sentidos pero a las que no podía sumarse, las llamará "cosas trágicas". Quizás esas “cosas trágicas” sean el  reflejo de la tristeza de verse excluido de ciertos lugares. Uno de esos lugares es el amor.

Durante su infancia empezó a fijarse en personajes femeninos, incluso se disfrazaba con la ropa de su madre. También leía muchos cuentos, centrando más su atención en  los príncipes que en las princesas, sobre todo en aquellos que morían jóvenes. Tenía un interés morboso por la muerte, incluso imaginaba la suya propia en una batalla o asesinato. Se excitaba con escenas violentas y se verá siempre seducido por la sangre, el sacrificio o la imagen de San Sebastián ejecutado a base de saetas. 

El lenguaje que utiliza Mishima es bastante explícito, directo en ocasiones, crudo y enormemente poético. Sorpende que alguien pueda ser tan claro, sobre todo en cuestiones relacionadas con el sexo,  ya que la novela se publicó justo tras la Segunda Guerra Mundial. 

El protagonista era un niño enfermo y, por tanto, solo se le permitía jugar con algunas niñas de su barrio. Él prefería la soledad, sus lecturas y sus ensoñaciones. En el segundo año de secundaria, al colegio llegó un chico llamado Omi , que había sido expulsado de una residencia por mala conducta. Mayor que los demás, tenía aire de delincuente, de insumiso. Koo-chan se enamoró de él. Como Koo-chan era un debilucho,  empezó a envidiar la musculatura y la fuerza de Omi. Mientras tanto, se preocupaba por pasar desapercibido investigando en novelas patrones de conducta para comportarse como el resto de los chicos. Comenzó así a colocarse esa máscara para vivir con normalidad. Pero le asfixiaba. Incluso intentará tener algún amor femenino, pero solo será platónico, superficial, más orientado a asentar su máscara que a satisfacer sus necesidades amorosas. 

En esta novela también encontraremos la Segunda Guerra Mundial como telón de fondo, seremos testigos de los entrenamientos militares en el instituto y la propia guerra vivida por los japoneses. También leeremos cómo los bombardeos aliados coloreaban  el cielo de Tokio de un rojo vivo e intenso. Pura poesía. Tragedia, amor, soledad, enfermedad, muerte y violencia. Un cóctel sublime que nos encoge totalmente. 

Grande Mishima. 


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