Ha muerto Dennis Hopper, uno de esos personajes tan adorables en el cine como seguramente temibles en una noche de juerga. Hace poco hablé de él y de su personaje en “Terciopelo Azul”, la película de David Lynch. Un loco que se metía el cordón de una bata de terciopelo en la boca no lo puede interpretar todo el mundo igual; él era distinto. Es curioso porque, justamente ayer, lo pude ver en “Waterworld”, esa especie de imitación de “Mad Max” pasada por agua que se convirtió en un desastre para Kevin Costner. Allí estaba Hooper, haciendo de malvado, con un cigarrillo y una botella de Jack Daniels en la mano. Simplemente él mismo. Único. Sin lugar a dudas, donde más me gustó Dennis Hooper fue en esa gran película por todos conocida y premiada en Cannes, “Easy Rider” (1969), que dirigió y protagonizó. Junto con Peter Fonda y Jack Nicholson, arrancó una nueva forma de ver el cine. Era distinto, puesto que enraizaba con el movimiento contracultural de la época con sus pelos largos, dro
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