Puede haber spoiler
Una Roma inmensa sirve de escenario para esta maravillosa película de Paolo Sorrentino: "La gran belleza". Un escritor -de nombre Jep- que acaba de cumplir los 65 años, que solo escribió un libro de éxito hace décadas y que ahora practica el periodismo, se dedica a vivir una vida bohemia acompañado de una serie de personajes de lo más variopinto. Entre la decadencia y la necesidad de parecer sublimes, Jep y sus amigos se sumergen en noches de alcohol, drogas, diálogos existencialistas y performances artísticas incomprensibles incluso para los autores. Es el poder de la vacuidad.
Jep suele pasear solo, y es entonces cuando la belleza de una de las ciudades más increíbles del mundo juega su papel. Para mí, esas imágenes son de lo mejor de la película. Pero, en realidad, ¿qué busca Jep cuando pasea? ¿Qué recuerdos vienen a su memoria? ¿Le hubiera gustado tener otra vida? ¿Sigue enamorado de ese amor adolescente? Como dice el protagonista, las noches de juerga le impiden escribir lo que sería un gran libro que hablaría sobre la nada. Al fin y al cabo, todo lo que le rodea no posee la más mínima sustancia.
Un personaje que me pareció sublime es el de la anciana monja. “La pobreza se vive, no se cuenta”, balbucea en una cena en la lujosa casa de Jep. Es el contrapunto ante el derroche; no obstante, son las dos caras de la misma moneda: personas en búsqueda de lo divino. Cada uno a su manera.
¿La habéis visto?
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