Aunque
la crítica la ha puesto a parir, yo me lo he pasado pipa viendo la película de Los miserables. Es cierto que estoy a la
espera de que llegue el verano para
volver a meterle mano al libro de Víctor Hugo con la avidez que se merece
semejante obra maestra (inicié su lectura el verano pasado, pero por falta de tiempo
la tuve que abandonar). No pretendo compararla con el libro, eso es imposible,
pero sí quiero decir que la película me ha entretenido.
Me
gusta cómo se defienden los actores, los movimientos de cámara -supongo que un
musical dramático no es muy fácil de rodar- y la tensión de la historia. Es
evidente que no llegará a ser igual que ver el musical en el teatro y que la
adaptación se queda a años luz del genio literario, como os comentaba, pero
para pasar un buen rato es más que aceptable.
La
historia es la siguiente: Jean Valjean (Hugh Jackman) es un presidiario
que cumple condena por haber robado algo de pan para su sobrino hambriento.
Sale de su castigo en libertad condicional y se refugia en un pueblo. La gente
sabe que es un antiguo recluso y lo va echando de malas formas de aquellos lugares por donde pasa hasta que
lo acoge un obispo, ejemplo de bondad y magnificencia -al principio de la
novela, que es lo único que he leído hasta ahora, hace una gran descripción de
este buen hombre-. Valjean le roba la cubertería de plata y, al ser arrestado,
miente a sus apresores diciendo que el obispo se la regaló. Cuando la policía
lo lleva a ver a éste, el religioso dice que es cierto, incluso le da un candelabro
a Valjean. En ese momento, nuestro protagonista se convierte en un nuevo hombre
motivado por la gran compasión del monseñor.
Mientras tanto, y debido a que Valjean viola la condicional,
tenemos al implacable policía Javert (Russell Crowe), que no cesa de buscarlo. Valjean
cambia su nombre y se hace alcalde de un municipio, además de patrón de una
fábrica. Ahí conoce a Fantine (Anne Hathaway) que, por cierto, hace un papel
extraordinario que la hizo merecedora del Oscar. Fantine tiene una hija,
Cossete, que vive en un mesón capitaneado por una pareja de estafadores. Valjen
vuelve a huir de la policía, pero esta vez consigue liberar a la pequeña
Cossete.
Con el paso de los años, el París convulso de mediados del
siglo XIX rompe en barricadas y combates. Ahí surgirá el amor para Cosette, y
el viejo Valjean no tendrá más remedio que ayudar a la que considera su hija,
puesto que se ha hecho cargo de ella y de su cuidado. Amistad, revolución,
amor… Cuántas pasiones humanas podemos ir atisbando en Los miserables.
Toda la parte en la que se narra el combate y las barricadas,
con esa canción de rojo del nuevo
amanecer que surgirá tras la lucha y negro,
la oscuridad de la noche que se va (el viejo régimen), me parece genial. El joven
amor de Cossette tiene el corazón dividido entre su querida muchacha y la lucha
social que, inexorablemente, los llevará tanto a él como a sus camaradas hacia
un aciago final. También me ha parecido conmovedor el amor platónico que la
joven hija de los mesoneros, ya mayor y, desde luego, distinta a sus padres,
tiene por el amante de Cossete. El
romanticismo que le pone la muchacha es desolador, y el final de los combates,
también.
Las
canciones son pegadizas y, a mí particularmente, me ha parecido que tiene
momentos y escenas realmente emotivas, como ese primer plano de Fantine
llorando mientras una canción agónica surge de su garganta. Espectacular.
Repito,
claro está, que la historia pierde mucho en su adaptación al cine, aún más si
es en clave musical. Tampoco he visto muchos musicales, por lo que no puedo ir
de experto cultureta en este sentido. Pero, como siempre pienso desde que vi la
película, bien merece la pena pasar un rato agradable con las aventuras de Jean
Valjean.
Yo también me lo pasé genial viéndola. Creo que es una muy buena adaptación musical y hay que reconocer el mérito teniendo en cuenta el tamaño de la obra de Victor Hugo. Yo empecé a leer el libro el año pasado, a los días de haber salido del cine de ver la película, pero lo dejé aparcado. Algún día lo terminaré.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo, ya es difícil adaptar una obra tan inmensa, más si es en clave de musical. Un saludo y gracias por el comentario.
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