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El humo de un cigarrillo en el día del Libro.

Hace tiempo que dejé de fumar. Mis bronquios asmáticos no admitían más caladas sin protestar intensamente cortándome la respiración. Todos los días me acuerdo de algún cigarrillo, con nostalgia y alivio quizás. Todo esto viene a colación de que hoy, día del libro, me he comprado un cómic de John Constantine, el ilustre personaje creado por Alan Moore para “La Cosa del Pantano” y que, hace tiempo, vuela solo por la delgada línea del bien y del mal. Constantine es un fumador empedernido, probablemente para soportar la ansiedad de ver tantos demonios sueltos. Ataviado con su gabardina, su traje, su corbata y su pinta a lo Sting resulta de lo más curioso. Una mezcla de mago detectivesco sacado de los extrarradios de la Gran Bretaña. Me gustan todos los números que he leído, pero especialmente recomiendo los guionizados por el norteamericano Brian Azzarello, autor también de “100 balas” (maravillosa obra, por cierto). Cada vez que veo a Constantine me dan de sacar un Ducados y llevármelo a la boca. El dulce placer de dejarme la garganta entre bocanadas de monóxido de carbono.

Pero es que en el arte es difícil escapar del tabaco. Qué gran actor Humphrey Bogart, que no paraba de fumar y beber en todas sus películas. La niebla que inundaba el café que regentaba en Casablanca es un auténtico clásico. Sentado en unas de sus mesas, al lado de una copa de coñac, el camarero le dice a nuestro héroe sirviéndole una copa más: “Señor Rick, se está convirtiendo usted en su mejor cliente”. Increíble. No se puede entender el blanco y negro sin los cigarrillos.

Menos mal que tenemos el cine, los libros y los cómics; por lo menos nos podemos conformar con sumergirnos en otra realidad por momentos y esperar a que la vida pase, como esos cigarrillos que espero no volver a probar.

Comentarios

  1. Pues sí, en efecto, no se entiende gran parte de la cultura sin personajes fumando, o con mucho humo en el ambiente. Algo similar sucede con el alcohol.

    Pero, al mismo tiempo, hoy en día a muchos de esos personajes les quitan esos vicios, en adaptaciones, remakes, etc., sin importarles lo más mínimo que con ello pierdan parte de su esencia.

    Vale, de acuerdo, ahora se sabe perfectamente que las compañías tabaqueras pagaban en el Hollywood clásico para que se fumara en las películas. Bueno, pero aún así forma parte ya del acervo.

    Hablando de comics, próximamente se va a estrenar Iron Man 2, cuyo protagonista, como la mayoría de aficionados saben, es tal vez uno de los más alcohólicos del gremio. Pues espero que en esta segunda parte respeten eso, cosa que no hicieron en la primera (uno de sus pocos defectos, ya que por lo demás es una buena película).

    ¿Y qué decir del mutante Lobezno? Siempre ha sido un tipo huraño, enormemente huraño, lo cual se reflejaba entre otras cosas en que siempre estaba fumando. Vale, ahora deja de fumar, como todos los personajes de la Marvel, porque la madre del gran jefazo de la compañía murió de cáncer. De acuerdo, lo entiendo. ¡Pero es que Lobezno se regenera! ¡Nunca podría morir de un cáncer de pulmón! ¿De verdad creemos que la gente fuma porque sus personajes favoritos fuman? En fin, es otro debate.

    Por último (que me enrollo más que las persianas), de hecho, si no recuerdo mal, incluso el propio Constantine (spoiler!), en el final de su película, acaba dejando de fumar. Final con moraleja que, por lo que cuentas y sé del personaje y de su creador, no hace justicia a su espíritu.

    En fin, ánimo con tu blog (y sigue sin fumar, que en la realidad sí que es dañino y te faltan muchos libros por leer).

    Sayonara!

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  2. Gracias Ninja-cyborg!! Gente como tú me anima a seguir con el blog.

    Saludos!!

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