Desde que vi Memento, Nolan se ha convertido
en uno de esos directores de cine que hace cosas que siempre me interesan.
Llevaba tiempo con ganas de echarle el guante a Origen, cinta protagonizada por Leonardo Di capio. Una extraña y trepidante historia cuyo final no
dejará a nadie indiferente.
Atención: cuento muchos detalles de la
película. Si eres como yo, que no quieres que te cuenten detalles e incluso
intentas no leer las sinopsis, no sigas leyendo.
Di Caprio da vida a Domm Cobb, un especialista en
navegar por los sueños de las personas en búsqueda de secretos. Trabajaba por
encargo siendo, digamos, la versión futurista de un ladrón de bancos. Cobb
trabaja en grupo y el equipo se encarga de construir un sueño para poder
adentrarse en la mente del sujeto al que pretenden robar y, así, convencerle para que le dé la información
requerida (desde secretos industriales hasta números de caja fuerte). Pero la
mente a la que intentan
piratear moviliza todo su subconsciente
que, como si fuera glóbulos blancos, se rebela contra el
patógeno extraño intentando defenderse.
La gente
de mucho dinero puede ser entrenada, de tal forma que su subconsciente será
militarizado para combatir cualquier intento de robo.
Cobb
tiene un problema, no puede volver a EEUU a ver a sus hijos. Su mujer, que
aparece constantemente en todos los sueños en los que él participa, murió hace
tiempo, pero su recuerdo sigue apareciendo para sabotear su trabajo. Cobb se
martiriza constantemente por esa muerte, puesto que la mujer se suicidó. ¿Por
qué llegó a ese extremo? Pues es uno de los secretos de la película. La muerte
está directamente relacionada con la realidad y la fantasía onírica que ambos
vivieron hacía tiempo.
Cobb y
su equipo son contratados por un japonés para entrar en la mente del hijo de un
magnate. Pero esta vez no quieren robar nada, sino convencerlo de que destruya
su imperio una vez su padre -muy enfermo- muera.
¿Cómo conseguir esta misión?
Pues introduciendo una idea en su subconsciente, yendo al origen, al más cerrado y hermético rincón oscuro de su mente.
Para ello, tienen que crear un sueño dentro de otro y dentro de otro más. Tres niveles
oníricos cuya peligrosidad va incrementándose. Si alguien muere en esos
niveles, quedará sumergido en el limbo durante años, quizás de por vida. El limbo
es una construcción mental basada en sueños y recuerdos; un sitio del que es muy
difícil volver, si no imposible.
Pero,
¿es realidad lo que vive Cobb? ¿Es un sueño? ¿Vive en el limbo? No lo sabremos;
incluso el final de la película se queda abierto, y creo que la intención de
Nolan es dejarnos con la duda. Ya lo
hizo con Memento, con cuya historia
tiene varios paralelismos: una persona que no puede crear nuevos recuerdos -y una
mujer, su esposa, que fue asesinada en extrañas circunstancias- crea una
realidad distinta usando como escenario su experiencia diaria. Constantemente
los personajes le dicen a Cobb que vuelva a la realidad, y este se mueve como
aquel policía de Shutter Island que
tan bien interpretó Di Carpio: entre el
deseo, el sueño y la locura.
Aunque
los sueños pueden ser rápidamente detectados debido a los cambios de gravedad y
otros elementos, también se pueden construir con recuerdos, y esto será más
difícil de detectar. ¿Quién nos dice que todo no es una gran creación de Cobb
para redimirse por la muerte de su mujer y volver con sus hijos? No lo sabemos,
la duda sigue, pero seguro que vosotros tendréis vuestra opinión al respecto.
Cuando
Cobb utiliza su amuleto o tótem (objeto que les sirve a todos para saber si
están en un sueño de un tercero o en el suyo propio) y este se queda girando, la
película se corta justo cuando o bien se va a parar, o bien seguirá rodando. Si
sigue rodando, es sueño; si no, es realidad (por cierto, ya es extraño que Cobb
utilice el mismo amuleto que su mujer, cuando en la película dejan claro que no
se puede transferir a otra persona, ¿no?).
Por
último, quiero resaltar la acción, los efectos especiales, la tensión y la intriga.
El juego con las imágenes y con el tiempo (una hora de sueño equivale a unos
pocos minutos de la vida real y esto lo utiliza muy bien Nolan para recrear las
escenas de acción) es magistral. La
sensación de falta de gravedad, puesto
que para despertarse tienen que vivir una sensación de caída, está muy bien rodada.
Desde luego, te crees que los actores están en un sueño, moviéndose dormidos en
los distintos planos de ese universo irreal.
Al final, ¿hemos visto un sueño dentro de
otro sueño, dentro de otro sueño…
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