En la inmejorable obra de George Orwell (1903-1950) “1984”, un mundo está sometido al gobierno del totalitarismo más extremo. Como tantos en la vida real, como lo fueron el nazismo y el estalinismo, el escritor inglés recrea un mundo sumergido en mentiras y en un estado de necesidad constante, donde todos son enemigos del poder, son sospechosos de serlo o, en un futuro, podrían serlo. Rompiendo sus propias contradicciones, este nuevo orden mundial se encuentra en guerra perpetua, la cual sirve para justificar la anulación de las libertades en nombre del Estado y, por extensión, de la patria. Dentro de este esquema de control, las herramientas utilizadas no sólo se circunscriben a la represión y a la propaganda, sino que además han reinventado totalmente el lenguaje para sus fines. Su nuevo idioma, apodado “neolengua”, simplifica el vocabulario al máximo eliminando palabras peligrosas por describir conceptos subversivos. “La paz es la guerra”, “La libertad es la esclavitud”, “La i
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