Cuando pensamos en viajar al espacio, pensamos en que la vida se debería componer de marcianos cabezones con naves provistas de superarmas láser. Buscamos fuera, algo distinto a la que tenemos aquí, o quizás no tanto.
¿Qué pasaría si, en realidad, lo que nos espera es chocar con nuestros propios recuerdos, nuestros propios miedos, nuestros fracasos? ¿Y si la energía extraterrestre se basara en crear vidas de nuestra propia vida?
Sobre estas reflexiones trata la novela de ciencia ficción “Solaris”, del escritor polaco Stanislaw Lem (1921-2006). Kris Kelvin, psicólogo de la tierra, vuela hasta la estación Solaris para poder aclarar ciertas cosas. Encuentra un ambiente raro, desordenado, sucio y a sus tripulantes totalmente desquiciados. Hay presencias que no deberían estar allí. Presencias creadas por un enorme océano inteligente, el océano de Solaris. Una de esas personas producidas por el ente extraterrestre es la mujer de Kelvin, fallecida a causa del suicidio. Navegando entre la oportunidad de una nueva vida con ella y el sufrimiento de no ser real, el protagonista va atormentándose cada vez más.
Mirar hacia nosotros mismos, ésa es la vida que deberíamos buscar.
no hay respuestas, sólo opciones
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