Los que no creemos en casi nada lo tenemos crudo. Sin quererlo, nos cuesta identificarnos con alguna fiesta religiosa, acontecimiento deportivo o, simplemente, algún movimiento en torno a alguna idea o fe. Esto, al fin y al cabo, nos aísla y nos hace parecer ante mucha gente como huraños-radicales-protestones-ateos-demediopelo. Así es la vida.
Sobre la necesidad que tienen las personas de creer, más allá de que esas creencias sean verdaderas o falsas, trata el libro “San Manuel Bueno, Mártir”, de nuestro maestro y genio Miguel de Unamuno (1864-1936). San Manuel, ejemplo de soldado de la iglesia y de la caridad cristiana, conocido en toda España, tiene una crisis de fe. Al comentárselo a un joven de su pueblo, Lázaro, éste, venido de las Américas con espíritu escéptico, no puede creer lo que escucha. Mucho menos su hermana, crítica y de creencias fervorosas. Sin embargo, San Manuel los convence de seguir defendiendo la religión a pesar de las dudas ¿Cómo? Apelando a que todos necesitan creer en algo y que la vida sería más dura para la gente de su pueblo si no encontraran el consuelo que ésta aporta.
¿Necesitamos creer en algo? No lo sé, pero quizás el sosiego que provoca no temer a la muerte, tener el espíritu calmado ante las tentaciones de la vida y la mente clara pueda suponer atractivo para creer.
Aún así, seguiremos siendo escépticos, seguiremos cuestionando la vida.
Recuerdo vagamente la lectura de ese libro. Fue en el instituto, una de esas obras que te toca leer por obligación pero que al final agradeces que te forzaran (de otro modo nunca saldríamos de Dan Brownes y demás modas de última hora). No creo que fuera la edad más adecuada para comprender el mensaje, pero recuerdo sentir la tristeza del personaje. Lo cierto es que, al igual que el sacerdote del libro, da la impresión de que muchas veces en la vida muchos gremios (políticos, periodistas, juristas...), e incluso nosotros mismos, defendemos a capa y espada cuestiones que en realidad nos generan dudas. Pero lo hacemos por la creencia de que sin esos dogmas el mundo se descompondría a nuestro alrededor.
ResponderEliminarCreo firmemente que en la naturaleza humana está esa necesidad de falsa seguridad, de control, sin la cual sentimos vértigo, angustia... Pero que también, de vez en cuando, es necesario replantearnos para mejorar. Como individuos y como sociedad democrática.
Gracias Cyborg-ninja, tus comentarios siempren son de agradecer. Saludos
ResponderEliminarBueno, pues habrá que leerlo, sobre todo porque por mi nombre me han puesto le etiqueta del título en alguna ocasión.
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