Buceando en mi blog, me di cuenta de que no dediqué una entrada específica a “Tokio ya no nos quiere”, obra maestra del escritor español Ray Loriga. Esta historia -que recuerda a J.G. Ballard- nos habla, entre otras cosas, del poder de la memoria y de la función que los recuerdos tienen en la vida de cada uno de sus protagonistas.
Un camello que vende la nueva droga del milenio, “erosionadores de memoria”, surca las ciudades de este nuestro planeta. Estas sustancias centran sus efectos en eliminar aquellos recuerdos que se quiera sin, supuestamente, alterar el resto. “Es el recuerdo, y no el olvido, el verdadero invento del diablo”, comenta el personaje principal. Atiborrado por la química que él mismo vende, termina destrozándose el cerebro y, al igual que Leonard en la película “Memento”, desemboca en la imposibilidad de crear nuevos recuerdos. Aun así, y es mi sensación, no consigue eliminar ese desaliento que arrastra. Ni toda la química del mundo lo puede conseguir. Auténtica poesía en prosa.
"Rendición", premio Alfaguara 2017, es una historia a medio camino entre lo kafkiano y la ciencia ficción. Desde “Tokio ya no nos quiere” es el libro que más me ha gustado de este autor. Ambientada en una guerra que nadie sabe cuándo empezó ni los años que dura, al más puro estilo de Orwell, el protagonista es un hombre simple casado con una mujer mucho más culta dueña de unos terrenos en los que él trabajaba. Al enviudar de su anterior pareja, la mujer decidió contraer matrimonio con el protagonista y fruto de él tendrán dos hijos que terminarán yendo a la guerra. No saben si están vivos, heridos o prisioneros.
Un día aparece otro chaval, que no habla, y deciden adoptarlo. En cierta manera, el chico mitiga el dolor por la ausencia de los hijos y terminará acompañando al matrimonio en toda su aventura.
El agua escasea y el enemigo se acerca, por lo que el gobierno les ha pedido irse a una “ciudad transparente”. Se ven obligados a quemar la casa, para evitar que el enemigo se refugie en ella, y dirigirse a su nuevo hogar.
El agua escasea y el enemigo se acerca, por lo que el gobierno les ha pedido irse a una “ciudad transparente”. Se ven obligados a quemar la casa, para evitar que el enemigo se refugie en ella, y dirigirse a su nuevo hogar.
En la ciudad transparente están protegidos por un cúpula. Los muros son de cristal y toda la vida de todos sus habitantes está expuesta (algo así como en "Dogville", salvando las diferencias). Siempre es de día, por lo que tendrán que usar antifaces para dormir, y cada uno de ellos tendrá una profesión asignada. Además, otro detalle, existe una total ausencia de tristeza entre los habitantes. Son felices y no quieren salir, ni siquiera anhelan la privacidad ni la libertad. ¿Acaso están drogados por el agua? ¿Qué les pasa realmente?
Tras leer casi todos los libros de Ray Loriga, solo espero que siga produciendo obras como “Tokio…” o "Rendición"; desde luego, son su mejor baza.
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