Si ya
me gustó más de lo esperado “El fin de la eternidad”, la primera entrega de la
trilogía “Fundación” tampoco se queda muy atrás.
La
historia arranca con una predicción, la de Hari Seldon, psicohistoriador, que
plantea que el Imperio Galáctico sufrirá varias crisis en los años venideros
hasta su desaparición final. Para evitar el fin del imperio o, mejor dicho,
reducir el tiempo de caos y desorden que pasará hasta la creación de un segundo
imperio, Seldon plantea la necesidad de crear una Fundación dedicada a
reorganizar todo el conocimiento humano, que se materializaría en una
enciclopedia galáctica. Para ello, unas 100 mil personas fundarán una colonia
en un planeta periférico alejado de la capital del Imperio, Trántor, y se
dedicarán en cuerpo y alma a dicha misión.
La Fundación
vivirá una serie de crisis, ya previstas por Seldon, que tendrán que ver con el
auge de los planetas periféricos, llenos de bárbaros que pretenden resquebrajar
el imperio y repartirse los jirones de riqueza que todavía quedan. Entonces, la
Fundación jugará sus cartas gracias a sus avances tecnológicos. Venderá energía
nuclear a sus supuestos enemigos, pero estas máquinas deben funcionar bajo la
supervisión de unos técnicos especializados que se convierten en sacerdotes,
abriendo así una nueva forma de dominio que pivota sobre la Fundación: la sumisión a la religión del dios galáctico.
Todos los planetas que dependan de la energía nuclear dependerán, por tanto, de
la nueva religión, que adquiere un poder enorme.
Los
planetas periféricos negociarán con la Fundación y la religión dará paso al
comercio y a otras actividades centradas en la negociación y la extorsión. Así,
por lo menos, en este primer libro se consigue sobrevivir a las crisis y
mantener intacto, o relativamente intacto, el legado de Seldon.
Ficha
técnica del libro
Nº de páginas: 264 págs.
Encuadernación: Tapa blanda bolsillo
Editorial: DEBOLSILLO
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788497599245
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