Hoy, en nuestra sección poética, tenemos a Jean Nicolas Arthur Rimbaud (Charleville, 20 de octubre de 1854 – Marsella, 10 de noviembre de 1891), uno de los grandes poetas franceses de todos los tiempos. Auténtico arquetipo del poeta maldito, bohemio, que vive sus años sumergido en excesos y cumbres de ingenio, también fue golpeado por la desesperación, las privaciones materiales y una repentina muerte a los 37 años. Rimbaud fue un niño prodigio de las letras, un “Enfant Terrible” que ya empezó a escribir sus primeros versos con tan solo quince años.
Uno de los pasajes más famosos de su vida, su atormentada relación con el también afamado poeta Verlaine, fue llevada al cine en 1995 en una película dirigida por Agnieszka Holland.
El poema de hoy se titula “Canción de la más alta torre” y fue el primer poema que leí de Rimbaud. Recuerdo que me hice con una edición de ocasión de sus poemas en una desaparecida librería de Granada. Cuando comencé este poema, supe enseguida que estaba ante un escritor que situaría en mi colección de grandes autores.
CANCIÓN DE LA MÁS ALTA TORRE.
Ociosa juventud
A toda sometida,
Por delicadeza
Perdí mi vida.
¡Ah! Que venga el tiempo
En que los corazones se ilusionen.
Me dije: olvida,
Y que no se te vea:
Y sin la promesa
De más altos gozos.
Que nada te detenga,
Augusta retirada.
Tuve tal paciencia
Que por siempre olvido;
Dolor y temores
Al cielo han partido.
Y enfermiza sed
Sombrea mis venas.
Así la Pradera,
Librada al olvido,
Grande, y florecida
De incienso y cizañas,
Al feroz zumbido
De cien cochinas moscas.
¡Ah, las mil viudeces
De un alma tan pobre
No tienen más imagen
Que Nuestra Señora!
¿Acaso se reza
A la Virgen María?
Ociosa juventud
A toda sometida,
Por delicadeza
Perdí mi vida.
¡Ah! ¡Que venga el tiempo
En que los corazones se ilusionen!
Comentarios
Publicar un comentario