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Mostrando entradas de abril, 2011

POESÍA DEL PUEBLO

Miguel Hernández Gilabert (Orihuela, 30 de octubre de 1910 – Alicante, 28 de marzo de 1942) fue el primer poeta que leí -o, por lo menos, del que tengo constancia- con la conciencia de la poesía comprometida y desgarradora. El poeta del pueblo, el poeta autodidacta, comprometido con la sociedad, que se vio morir en circunstancias calamitosas, encarcelado y ajado, con tan sólo 31 años. De todos los poemas que leí de él, hay dos que me impactaron. Uno, “Nanas de la cebolla”, dedicado a su hijo tras leer en una carta de su mujer que se alimentaba tan sólo de pan y cebolla. Otro, la “Elejía a Ramón Sijé”, un canto que te parte el alma ante la desaparición de un gran amigo. Os dejo este último para que disfrutéis de esa agradable sensación que te deja la tristeza mezclada con el arte, que te hace cómplice de los sentimientos de un gran poeta. “Elegía a Ramón Sijé” (En Orihuela, su pueblo y el mío, se me

VIDAS PARALELAS

Hace años, sin saber muy bien por qué, puesto que no conocía de nada la película, un amigo me convenció para adentrarnos en el cine a ver “Magnolia” (1999), dirigida por Paul Thomas Anderson. Iba algo escéptico, ya que en la cartelera se contaba con Tom Cruise, actor que no está entre mis favoritos, a pesar de algún papel aceptable, sobre todo en “Nacido el 4 de Julio”. Bueno, a lo que iba, ante las buenas críticas que mi amigo resaltaba, accedí. Desde el inicio de la película hasta su final, cerca de tres horas más tarde, no pude despegar la mirada de la pantalla ni una vez. Ante mí se presentaban, con una perfecta armonía y sincronicidad, una multitud de personajes con vidas paralelas. Un niño prodigio y un antiguo niño prodigio venido a menos, un policía solitario, un presentador de televisión sin sentimientos y su moribundo padre… y muchos más. En sí, estas historias construyen un drama que habla de los sentimientos y de su represión, del ocaso de la vida, del amor, de la soledad.

PUERTAS

Hay grupos de música que te sumergen en un mundo distinto, algo onírico quizás. Sensaciones que te llevan no sólo a canturrear una y otra vez sus melodías o a aprenderte la letra de sus canciones, sino a indagar algo más en su filosofía. A mí me pasó con The Doors (1965-70). Cuando escuchaba a Jim Morrison cantando pensaba: ¿de dónde saca este tío estas ideas? Empecé a leer a Carlos Castaneda, a indagar sobre la Psicodelia, a leer a los Beatniks. Pero una y otra vez volvía a canciones como “The End” o “People are strange” y se me dilataban de forma natural las pupilas. Cuando Aldous Huxley publicó “Las puertas de la percepción” (1954) arrancando el título de una frase del poeta Wiliam Blake -“Si las puertas de la percepción se purificaran todo se le aparecería al hombre como es, infinito”-, no pensaba que su tratado sobre los efectos de los alucinógenos también influiría a un grupo musical que dio un auténtico pelotazo en los 60-70. Hoy os dejo la canción “The End”, que no olvidaré

NO PODER CAMBIAR LA HISTORIA

Cuando uno repasa la historia, lee sobre las guerras, injusticias, masacres y demás páginas dramáticas de nuestra existencia, quisiera poder cambiarlas, darles un giro. Uno se acerca una y otra vez a un acontecimiento y siempre pretende que termine de otra forma. Las guerras mundiales, los genocidios… Me gustaría avisarles de que por ahí no pero, claro, nadie haría caso, como ahora muy poca gente se hace eco cuando se critican la violencia y las injusticias. En el mundo de la ficción también me ocurre con frecuencia, pero quizás fue con el libro “Crónica de una muerte anunciada” del genial Gabriel García Márquez (1927) con el que sufrí más. Cuando Santiago Nasar con su traje de lino blanco irrumpe en la escena sabes que lo van a liquidar. No tiene la culpa de lo que le acusan, pero da igual. Todo el mundo lo sabe, los asesinos se han dedicado a proclamarlo; todos, menos el que debería ser el más interesado, el propio Nasar, que se percata poco antes del fatídico desenlace. Cuando pas

Agente Secreto I

Cuando uno lee el periódico se imagina que detrás de todos esos gobernantes, jefes de estado, diplomáticos, poderosos en resumidas cuentas, se esconden espías, agentes secretos, personas de poco fiar. Quizás alguno sea como James Bond, el 007 a servicio de su majestad ideado por la mente del escritor británico Ian Fleming (1908-1964). Con su smoking y su martini, la imagen de Bond me recuerda más al mundo del cine que al de las letras. El rostro del agente secreto pasea desde Sean Connery o Roger Moore hasta Daniel Craig en la actualidad. Un espía fino, este Bond. Hay agentes secretos y espías para todos los gustos, incluido el protagonizado por Arnold Schwarzenegger en la divertida comedia de Acción “Mentiras arriesgadas” (1994), en la que compartía cartelera con la genial Jaime Lee Curtis. En ésta, un agente lleva una doble vida que le traerá muchos quebraderos de cabeza. Pero también nos pueden venir a la mente esos despiadados agentes de la CIA, dedicados a quitar y poner gobierno