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CRONOCRÍMENES


Siempre me han gustado las historias de suspense algo complejas, con bucles y giros inesperados que obligan al espectador a estar totalmente concentrado durante los minutos que dura el film. Esas películas que puedes ver cien veces y no te cansas de sacar detalles que habías pasado por alto.

En este grupo he de incluir “Los cronocrímenes” (2007), del director español Nacho Vigalondo. Con tan sólo cuatro personajes, ambientada en un par de casas en el campo y pocos detalles más, construye una original historia en la que mezcla intriga y ese detalle que me gusta tanto: los saltos en el tiempo. “Los cronocrímenes” pivotan en torno a un asesino con la cabeza vendada dentro de un puzzle en el que encajan casi todas las piezas, dejando la última de éstas para la reflexión del espectador. La idea del eterno retorno fue lo primero que se me vino a la cabeza cuando vi los títulos de crédito; eso, y esa sensación de ver una película bien atada desde el principio hasta el final.

Cine como juego en el que buscamos respuestas; entretenimiento más discernimiento. Cine que me gusta

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