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Mostrando entradas de noviembre, 2010

Qué vienen los extraterrestres

A veces uno quisiera irse del planeta Tierra, como hace tiempo ya escribió Ray Bradbury en “Crónicas marcianas”, obra maestra de la ciencia ficción en la que la gente, en plena década de los 50 y con el terror de una guerra nuclear encima, intentaba creer que podía viajar lejos, muy lejos. Pero también se imaginaba que vinieran visitantes del espacio. A veces malignos enemigos, como en la “Invasión de los ultracuerpos” (1956), dirigida por Don Siegel y en la que van apareciendo vainas que, en lugar de contener verduras, gestan copias idénticas a los seres humanos. La amenaza constante de la invasión por habitantes del planeta Marte (“rojo”, por cierto), se convirtió en una moda de la ciencia-ficción cinematográfica en la época del Macartismo. En “Ultimátum a la tierra” (1956), Robert Wise narra la visita de un extraterrestre (evidentemente, con forma humana) que se convierte en reclamo mundial, para luego concluir el film con un mensaje crítico con lo que están haciendo los humanos en

LEYES DEL SILENCIO

Siempre vemos injusticias en el mundo; algunas por la televisión, otras en la calle. Ante el intento de protesta a veces nos quedamos mudos -puede pasar-, pero la pregunta concreta no es si hablaríamos para denunciar lo malo, sino si formaríamos parte de él. En “Serpico” (1973), dirigida por Sydney Lumet (1924) y protagonizada por Al Pacino, un policía honrado de estética hippy se niega a cobrar los sobornos que reciben sus compañeros. Ante su actitud sólida, todos se vuelven en su contra. Ir contracorriente no coarta al agente Serpico y decide denunciar los hechos ante todas las instancias en las que puede, encontrando una actitud esquiva e inútil. Lo culpan de desleal cuando él sólo defiende la honradez. ¿Qué haríamos en su lugar? Sin embargo, la película más famosa sobre la delación no es otra que “La ley del silencio” (1954), dirigida por el controvertido Elia Kazan (1909-2003). En esta obra maestra, con un Marlon Brando extraordinario como casi siempre, Kazan intentó justific

Ausencia de dioses

Son tiempos de nihilismo estos que vivimos, quizás, aunque ya dijo en su tiempo Nietzsche que Dios había muerto. ¿Por qué nos gusta tanto el filósofo alemán? No sé; planteemos la rebeldía contra la moral, la voluntad de poder, alzarnos contra el bien y el mal, como elementos atrayentes para las mentes inconformistas de la adolescencia. O, simplemente, a veces, necesitamos librarnos de mitos, dioses y entelequias para poder ser, en la medida de lo posible, dueños de nuestro futuro. No me preocupa si hay vida después de la muerte sino, como dijo el poeta, vivirla antes del final. Luchar contra el sufrimiento, no contra el pecado, representa un axioma budista. Separarnos de los deseos para no sufrir por lo que no se obtiene, simplificar lo que tenemos para no llorar cuando perdemos algo. Sin lugar a dudas, siendo una religión interesante, uno de los conceptos que más me ha interesado siempre ha sido la ley del Karma. Tal y como te comportes, así te vendrá devuelto. Quizás cuando veo la

ESCONDIDO

La culpa, esa eterna compañera que nos asola desde tiempos inmemoriales. Salirse del camino, no decir lo que uno quería, arrepentirse, hacen que esta culpa se presente como un azote constante que nos devuelve a la realidad con sabor agrio. De la culpa trata la película del director de cine austriaco Michael Haneke, “Caché”(escondido). Un presentador de televisión francés recibe una serie de vídeos en los que salen imágenes de su casa. Alguien los vigila. Su mujer y su hijo se involucran en este suspense, con el miedo y la incertidumbre que lógicamente provoca la situación. El presentador de televisión, buceando en su memoria, encuentra un hecho desolador de su infancia que, desde entonces, le provoca pesadillas. ¿Tienen que ver los vídeos y los dibujos infantiles que los acompañan con esto? Rodada de forma particular, Haneke deja que el espectador cree su propia historia y, por extensión, busque al que está escondido.

CRONOCRÍMENES

Siempre me han gustado las historias de suspense algo complejas, con bucles y giros inesperados que obligan al espectador a estar totalmente concentrado durante los minutos que dura el film. Esas películas que puedes ver cien veces y no te cansas de sacar detalles que habías pasado por alto. En este grupo he de incluir “Los cronocrímenes” (2007), del director español Nacho Vigalondo. Con tan sólo cuatro personajes, ambientada en un par de casas en el campo y pocos detalles más, construye una original historia en la que mezcla intriga y ese detalle que me gusta tanto: los saltos en el tiempo. “Los cronocrímenes” pivotan en torno a un asesino con la cabeza vendada dentro de un puzzle en el que encajan casi todas las piezas, dejando la última de éstas para la reflexión del espectador. La idea del eterno retorno fue lo primero que se me vino a la cabeza cuando vi los títulos de crédito; eso, y esa sensación de ver una película bien atada desde el principio hasta el final. Cine como juego e

LIBERTAD

Vivimos en el mundo libre, sí, aunque con la crisis nos hemos dado cuenta de que no tener dinero reduce tu libertad a la categoría de 0. No pretendo filosofar, pues no es mi profesión, pero sí analizar desde mi humilde perspectiva este mundo que acaece. Antonio Escohotado, filósofo que ya tiene su mención de honor en el sótano, contrapone libertad y seguridad. Si estamos seguros, ¿somos libres? Si esa seguridad pasa por registrarnos, controlarnos, ficharnos, formar parte de listas controladas, quizás no. Aunque eso nos de tranquilidad, puede crear cierta tensión y lo digo yo, que he sido innumerables veces cacheado, sin ocultar nada a los funcionarios que forman parte de los cuerpos de seguridad del estado. Se pasa mal, pero es el precio que pagamos. Tenemos libertad de viajar, pero quizás no nos llegue el dinero para el billete, nos pidan visado, nos detengan en la frontera. Ya en la Unión Europea, Francia ha conseguido expulsar a ciudadanos europeos rumanos argumentando dicha segur