Entre los seguidores del cine negro y policiaco, club en el que me incluyo, siempre ha existido una visión romántica del mundo de la mafia. A pesar de ser los “malos”, es imposible no tener simpatía por películas como “El padrino”, basada en el genial libro de Mario Puzo, y que cuenta con, en mi opinión, algunos de los mejores actores de la historia del cine: Marlon Brando y Al Pacino bordando unos papeles sublimes y, ya en la segunda parte, Robert de Niro terminando una faena perfecta. El drama de las familias inmigrantes italianas, las luchas de poder, la sangre, la venganza, los negocios, la muerte.
Sin embargo, hay otra obra que compensa esta simpatía cinematográfica (que no real) y que me lleva hasta la reflexión y la crítica más fuerte: “Gomorra”, del italiano Roberto Saviano. Escribir sobre la Camorra napolitana le ha costado vivir amenazado de muerte; sentencia que el autor está convencido de que llegará a cumplirse. En su libro hace una radiografía del mundo de la mafia, ya no sólo como un ente que cuenta con pistoleros, sino como un entramado perfecto de intereses económicos y, por extensión, políticos. Uno se asombra de que las cosas que lee en este genial libro pasen en el llamado “mundo civilizado”.
Quizás debamos preguntarnos qué lleva a la gente a engrosar las filas de las organizaciones criminales pero, también, si detrás no hay gente respetable.
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