Harper Lee (Monroeville, Alabama, 28 de abril de 1926-Ib., 19 de febrero de 2016) ganó el Premio Pulitzer, en 1961, por “Matar a un ruiseñor”, una novela publicada un año antes. Durante 55 años, fue su único libro hasta que, en 2015, vio la luz “Ve y pon un centinela”.
“Matar a un ruiseñor” está ambientada en una ciudad imaginaria, Maycomb, pero podríamos localizarla en Alabama, sur de EEUU, en 1935. Atticus Finch es un abogado viudo de unos 50 años con dos hijos: Jem, un chico de 12 años, y Scout, una chica cuatro años menor.
Un día, Atticus decide defender a Tom, un negro jornalero acusado de forzar a una chica blanca perteneciente a los Ewell, una familia pobre y muy mal vista en el municipio. Por ello, recibirá multitud de ataques.
La narración correrá a cargo de la pequeña Scout que, con su mirada inocente, pero también lúcida, nos invita a ser testigos de una historia extraordinaria en la que se hablará del racismo, del clasismo, de la educación y los valores, de la idea de deber, de la justicia y de la injusticia y, en definitiva, de la bondad y de la ruindad que hay en el mundo.
Hay dos frases en la novela que me han marcado:
“La única cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la conciencia de uno”.
"Uno es valiente cuando, sabiendo que ha perdido ya antes de empezar, empieza a pesar de todo y sigue hasta el final pase lo que pase".
“Matar un ruiseñor” fue llevada al cine en 1962, dirigida por Robert Mulligan y protagonizada por Gregory Peck en el papel de Atticus Finch y Mary Badham como Jean Louise "Scout" Finch. Peck, extraordinario, ganó un Óscar.
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