Hace años que me encontré con la poesía de Leopoldo María Panero (1948-2014).
Fue como un golpe. Cuando me recuperé, me di cuenta de que estaba ante uno de mis poetas favoritos.
Dureza y delicadeza se movían entre líneas que parecían arañazos en el papel. Poeta maldito, muchos aspectos de su vida lo marcaron a él y a su obra: su enfermedad mental, la cárcel, la estancia en psiquiátricos, el tabaquismo, las drogas…, así como el pertenecer a una familia particular, retratada por Jaime Chavarri en la película de culto “El desencanto” (1976).
Leopoldo María Panero merece estar en el cuadro de honor de este humilde sótano, junto con los grandes.
Fue como un golpe. Cuando me recuperé, me di cuenta de que estaba ante uno de mis poetas favoritos.
Dureza y delicadeza se movían entre líneas que parecían arañazos en el papel. Poeta maldito, muchos aspectos de su vida lo marcaron a él y a su obra: su enfermedad mental, la cárcel, la estancia en psiquiátricos, el tabaquismo, las drogas…, así como el pertenecer a una familia particular, retratada por Jaime Chavarri en la película de culto “El desencanto” (1976).
Leopoldo María Panero merece estar en el cuadro de honor de este humilde sótano, junto con los grandes.
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