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"Primavera sombría" de Unica Zürn

 Desde que estoy en Instagram voy descubriendo autores fascinantes. En este caso, gracias a una recomendación, he leído “Primavera sombría”, de la escritora y pintora alemana Unica Zürn (1916-1970). Este libro es un breve, intenso, duro, sórdido, brutal y poético relato autobiográfico que, en ocasiones, es tan desagradable como emotivo. 


Unica Zürn destacó o, por lo menos, así se recoge en la información que he obtenido sobre ella en la Wikipedia, por la poesía anagramática. Fue admirada por artistas surrealistas como Henri Michaux, André Breton, Man Ray, Hans Arp, Marcel Duchamp o Max Ernst. También tuvo una relación sentimental desde 1953 con el pintor y escultor Hans Bellmer, fascinado por el fetiche erótico. Marcada por la enfermedad mental, Zurn acabó con su vida 1970. 

En “Primavera sombría” se describe la infancia de una niña. Ella idolatra a su padre, que nunca está en casa. No sabe con quién pasa el tiempo ahí fuera ni lo que hace realmente, por lo que posee un  halo de misterio que ejerce sobre ella una atracción irresistible. 

Tiene un hermano que terminará un día abusando de ella. También protagoniza  altercados con la madre y empieza a tener rechazo  por ella. En realidad, está asqueada de ambos. Siente que sus padres tienen un matrimonio fracasado y se relacionan con otros amantes. Su despertar sexual es de impacto: lo más característico son sus experiencias un tanto sados, en las que el dolor y el placer van de la mano. Es muy explícita en sus descripciones, tanto en las dolorosas como en las que busca estimulación sexual. No es para todos los públicos, avisados estáis. 

Tiene dos amigos, dos chicos, con los que  juega a indios y vaqueros. Inventa juegos regidos por la tragedia que viven sus personajes. La vida sin tragedia le aburre, le parece poco estimulante. 

Un día, en una piscina natural, se enamora perdidamente de un chico mayor. Aquí la novela cambia de forma sustancial. Aún es una niña y se siente sola, pero se da cuenta de que la razón de su existencia, como ella dice, era encontrarse con ese hombre. Llora al pensar en él; cuando va por la calle espera encontrárselo. Describe ese amor con una profundidad brutal que le lleva a  olvidar, en cierta manera, la violencia y los juegos con sus amigos. Ya no quiere morir. Se trata de un amor puro, alejado del sadismo de los primeros momentos de su despertar sexual. Es como si ese amor purificara su vida, aunque fuera platónico, aunque no le hicieran caso. Es como si ese sentimiento la elevara por encima de la sordidez. 



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