Ir al contenido principal

“Nada se opone a la noche” de Delphine de Vigan

 En “Nada se opone a la noche” Delphine de Vigan habla de la vida de su madre de forma cruda y precisa. Nos regala una escritura bella y llena de matices que hace que este libro merezca realmente la pena ser leído.  La  narración arranca con la muerte de ella. No se sabe bien la causa, pero todo apunta a un suicido. Se llamaba Lucile y arrastraba una vida marcada por la enfermedad mental y las tragedias familiares. 


Nos enfrentamos a un libro misterioso, ambiguo, por momentos inquietante.  A la par que la autora habla de Lucile, nos hace partícipes de la construcción de la novela. Cuenta cómo se entrevistó con sus familiares y estos le facilitaron documentos, fotos y cintas grabadas por su abuelo contando su vida. La autora tiene que construir la historia basándose en una  información a veces contradictoria, constituida por recuerdos a los que se suman los suyos propios como hija. 

 

¿Sucedió todo como le cuentan? ¿Se pierde algo? ¿Quién miente? La verdad es algo maleable. 

Profundicemos en el argumento. 
Lucile era hija de una familia muy numerosa de nueve hermanos. Fue una modelo infantil exitosa cuyo rostro aparecía en los anuncios del metro. Era muy guapa, llamaba la atención. También vivía como ensimismada y siempre con miedo. Su padre la veía con admiración, como casi todo el mundo.

La tragedia tardó poco en llegar. Lucile vivió la muerte de un hermano, que cayó a un pozo en 1954, antes de cumplir ocho años. Se llamaba Antonin. Los padres acogieron a otro niño, llamado Jean Marc, más o menos de la edad del fallecido. Jean Marc arrastraba también un trauma, posiblemente derivado del maltrato infantil. 
El padre de Lucile, George, apenas estaba en casa, trabajaba mucho; montó su propia agencia de publicidad y esto le consumía muchas horas. La madre fue la que se dedicó a criar a los niños.

George colaboró como secretario de redacción durante la II Guerra Mundial con la organización filonazi revolution nationale. La  autora no sabe si esto influyó o no en el carácter de Lucile. No obstante, tanto él como su esposa llevaban una vida despreocupada, con cenas constantes en las que invitaban a mucha gente. En cierta manera, fueron precursores de la burguesía bohemia. Esta despreocupación no quitaba que  George fuera un padre tóxico. De hecho, Lucil confesaría  posibles abusos sexuales, aunque luego se retractó. 
Un día, Jean Marc, como si de una maldición se tratara, se suicidó. Bueno, no queda claro si lo hace o se trata de un accidente. 

Lucile se quedó embarazada con dieciocho años y se casó con un joven llamado Gabriel.
La autora cuenta que Lucile y Gabriel, sus padres, se terminaron divorciando cuando ella tenía seis años y su hermana, dos. Lucile mantuvo una relación con un naturista. Vivían a base de pasta con tomate en un ambiente pintado como "hippie" pero que, en realidad, era mísero. Lucile se separó del nudista y tuvo otra pareja efímera. El ambiente se iba endureciendo.  Lucile dejaba constantemente a sus hijas solas para ir a trabajar a París. Delphine creció en los 70,  época de crisis económica y decepción política. En 1978, Milo, otro hermano de Lucile, también se suicidó. Ella no aguantaba la tensión y, cuando llegaba de trabajar, se encerraba en su habitación a fumar porros. Terminó teniendo un brote psicótico y las dos hermanas tuvieron que irse a vivir con su padre. Los brotes serán permanentes. Se abre un nuevo infierno. 

Comentarios