Desosiego y tensión.
Estas son las dos palabras que describen mis sensaciones a lo largo del visionado de Perdida, una interesante película dirigida por David Fincher, que ya me cautivó en su día con Zodiac.
El argumento es el siguiente:
Nick Dunne (Ben Affleck) llega a su casa y no encuentra a su
esposa, Amy (Rosamund Pike). Como encuentra algo de desorden y una mesa rota,
empieza a preocuparse, así que acude a la policía a denunciar la desaparición.
La ausencia de Amy coincide con el quinto aniversario de la pareja, por lo que,
durante la investigación, Nick irá encontrando notas y pistas de un juego que,
supuestamente, desembocaría en un regalo pero que, en el fondo, esconde algo
más.
Los medios de comunicación se hacen eco y Nick empieza a ser
sospechoso. Para más inri, resulta que tiene un rollo con una veinteañera, lo
cual complica más su situación e incrementa las posibilidades de que sea el
culpable de la desaparición de Amy. Pero todo es raro en la vida de esta chica,
cuyos padres fueron famosos escritores de novela infantil y llegaron a idear
una vida IDÍLICA para LA ESTUPENDA Amy, en la que en realidad
su hija no vivía.
El matrimonio no atravesaba un buen momento e incluso Amy
tenía un diario en el que no dejaba en buen lugar a su marido. ¿Qué se esconde,
realmente, tras la vida de estas dos personas?
Bueno, no os cuento más, pero a mí me pareció una película
entre intrigante y perturbadora.
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