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Leyendo “Yo fui Johnny Thunders”



Música, drogas, esperanzas rotas, rock, familias desestructuradas, sueños incumplidos, pasiones deshechas, caminos truncados, infancias sin recuperar, sexo… Un cóctel explosivo que encontrarás en “Yo fui Johnny Thunders”, escrito por Carlos Zenón. Sin lugar a dudas, estamos ante una intensa historia que trasciende la novela negra tradicional para ofrecernos un retrato protagonizado por una serie de perdedores que creían que acabarían siendo héroes.


Francis, Mr. Frankie, es un viejo rockero catalán  que sólo triunfó como yonki. Divorciado, con hijos que no ve, con deudas, sin trabajo y con un pasado de vieja gloria de barrio en decadencia, decide trasladarse a vivir con su padre, Paco. El viejo es un jubilado que vive con una pensión mísera y obsesionado con una hija adoptiva, Marisol, de la que abusó de niña. La chica, una belleza que se ha ido liando con los tipos más indeseables que se puede uno encontrar por la calle, termina víctima de uno de sus ligues, Don Damián, un anciano mafioso  de pacotilla que se enerva al ver cómo su jovencita le anda poniendo los cuernos. 


Mientras Francis intenta resolver su vida deambulando por las calles de Barcelona, sólo consigue fastidiarla más. La droga lo termina por envolver de nuevo debido a su debilidad, a su falta de expectativas o al típico y a la vez falso complejo de autocontrol -creen que pueden consumir cuando quieran y luego dejarlo- y victimismo que ha acompañada a tantos drogadictos (cuando no pueden más, culpan a los que le rodean de sus miserias).


Mientras  intenta reiniciar la relación con su hijo, su padre y su hermanastra, buscar trabajo y convertirse en alguien decente, el mundo se sigue desmoronando a sus pies. ¿Qué queda del rockero que encandilaba a las chicas?, ¿del héroe del barrio?

“Yo fui Johnny Thunders” recuerda mucho a esa época ochentera en la que en España el caballo hizo estragos circulando por las calles a ritmo de guitarra eléctrica y descontrol.  Muchos se quedaron tirados  a mitad del  viaje, muy pocos llegaron a ser “importantes”.

Os dejo una de las canciones más mencionadas en la novela,  “Debaser”, de los Pixies. Que suene la música.


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