“Seven” (1995) es de esas películas que te dejan petrificado y pegado al asiento, conteniendo el aliento a la espera de cómo terminará tan macabra historia. Más que el duelo interpretativo entre Morgan Freeman y Brad Pitt, me gustó ese ambiente lúgubre, lluvioso, típico de auténticas historias de terror y misterio. Además, Kevin Spacey, el asesino, aunque sale tan sólo al final de la película, consigue provocar la sensación de que estás ante un auténtico Psicópata.
Gula, Pereza, Lujuria, Avaricia, Envidia, Ira, Soberbia. Siete pecados capitales que el asesino pretende hacer expiar a unos pecadores a través de un castigo increíblemente grotesco y cruel. Hay momentos en que tienes que apartar un poco la vista ante esos cadáveres mutilados por una imaginación tenebrosa.
El director David Fincher consigue un extraordinario trabajo, y he de decir que lo volvió a repetir con películas como “El club de la lucha” o la genial “Zodiac”, también relacionada con un asesino en serie.
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