Lo primero que leo de Tolstói y no será lo último. “La muerte de Iván Ilich” nos relata en poco más de 100 páginas una historia demoledora: la vida y pronta muerte del fiscal Iván Ilich. Es una reflexión sobre la muerte, la enfermedad y la vida. Cruda y sin paños calientes.
Vemos cómo Iván crece profesionalmente, se rodea de las altas esferas de las localidades donde vive, pero, un día, tras caer gravemente enfermo y con dolores insoportables, tiene que ver que la vida sigue, que las personas que lo rodean continúan con su rutina y él va siendo una molestia creciente para los que lo rodean. Este estupor, este dolor moral, también lo abruma llegando a ser igual de insoportable que el dolor físico.
Una obra maestra que me hace pensar una vez más (la primera vez fue con Dostoievski) que la literatura rusa decimonónica está entre lo más sublime que la república de las letras puede regalarnos a los meros mortales.
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