La pena de muerte siempre ha sido un asunto polémico, sobre todo cuando la primera potencia mundial, EEUU, cuenta con muchos estados que la aplican. Descartada la silla eléctrica y otras formas de eliminación radical de criminales, es la inyección letal la que se ha decidido extender por razones “humanitarias”. La inyección se basa en la administración progresiva por vía intravenosa de un potente barbitúrico. Como podemos leer en la Wikipedia, “se usan tres sustancias conjuntamente: tiopental sódico, bromuro de pancuronio y cloruro de potasio. El tiopental sódico es un barbitúrico de acción muy rápida que hace perder el conocimiento al preso, la segunda es un bloqueador de placa mioneural no despolarizante, que paraliza el diafragma, impidiendo así la respiración, y el cloruro de potasio despolariza el músculo cardíaco provocando un paro cardíaco”. Se ha demostrado que con la pena de muerte no desciende el número de crímenes pero, ¿cuál puede ser el principal motivo por el que tenga
Libros, películas, cómic, poesía, arte, viajes...